Noche que ya no tiene estrellas, noche que impacta sobre mi rostro, noche que se desvanece en poco tiempo pero dura años. Así es esta noche, como tantas otras, una noche rellena del peor contenido, una noche que atrapa, que lastima y que no perdona. Y siempre que cae el sol, me siento en una silla a observar como el indefinido tiempo se lanza sobre mí en el sonido de un tic tac, y yo, observando el reloj hasta el cansancio, percibo la interminable presencia de suicidas minutos, que se estrellan unos contra otros, minutos que vistos desde esta mente, son tan ínfimos y a la vez tan largos...
Pero ya no tiene sentido, el sentido se apagó hace tiempo. Mejor levantarse, dejar tan lúgubre escalón en la evolución propia, y retirarse a intentar conciliar el sueño.
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